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Job

Job 35

1 Prosiguió Eliú en su razonamiento, y dijo:

2 ¿Piensas que es cosa recta lo que has dicho:

Más justo soy yo que Dios?

3 Porque dijiste: ¿Qué ventaja sacaré de ello?

¿O qué provecho tendré de no haber pecado?

4 Yo te responderé razones,

Y a tus compañeros contigo.

5 Mira a los cielos, y ve,

Y considera que las nubes son más altas que tú.

6 Si pecares, ¿qué habrás logrado contra él?

Y si tus rebeliones se multiplicaren, ¿qué le harás tú?

7 Si fueres justo, ¿qué le darás a él?

¿O qué recibirá de tu mano?

8 Al hombre como tú dañará tu impiedad,

Y al hijo de hombre aprovechará tu justicia.

9 A causa de la multitud de las violencias claman,

Y se lamentan por el poderío de los grandes.

10 Y ninguno dice: ¿Dónde está Dios mi Hacedor,

Que da cánticos en la noche,

11 Que nos enseña más que a las bestias de la tierra,

Y nos hace sabios más que a las aves del cielo?

12 Allí clamarán, y él no oirá,

Por la soberbia de los malos.

13 Ciertamente Dios no oirá la vanidad,

Ni la mirará el Omnipotente.

14 ¿Cuánto menos cuando dices que no haces caso de él?

La causa está delante de él; por tanto, aguárdale.

15 Mas ahora, porque en su ira no castiga,

Ni inquiere con rigor,

16 Por eso Job abre su boca vanamente,

Y multiplica palabras sin sabiduría.

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Job

Job 36

Eliú exalta la grandeza de Dios

1 Añadió Eliú y dijo:

2 Espérame un poco, y te enseñaré;

Porque todavía tengo razones en defensa de Dios.

3 Tomaré mi saber desde lejos,

Y atribuiré justicia a mi Hacedor.

4 Porque de cierto no son mentira mis palabras;

Contigo está el que es íntegro en sus conceptos.

5 He aquí que Dios es grande, pero no desestima a nadie;

Es poderoso en fuerza de sabiduría.

6 No otorgará vida al impío,

Pero a los afligidos dará su derecho.

7 No apartará de los justos sus ojos;

Antes bien con los reyes los pondrá en trono para siempre,

Y serán exaltados.

8 Y si estuvieren prendidos en grillos,

Y aprisionados en las cuerdas de aflicción,

9 Él les dará a conocer la obra de ellos,

Y que prevalecieron sus rebeliones.

10 Despierta además el oído de ellos para la corrección,

Y les dice que se conviertan de la iniquidad.

11 Si oyeren, y le sirvieren,

Acabarán sus días en bienestar,

Y sus años en dicha.

12 Pero si no oyeren, serán pasados a espada,

Y perecerán sin sabiduría.

13 Mas los hipócritas de corazón atesoran para sí la ira,

Y no clamarán cuando él los atare.

14 Fallecerá el alma de ellos en su juventud,

Y su vida entre los sodomitas.

15 Al pobre librará de su pobreza,

Y en la aflicción despertará su oído.

16 Asimismo te apartará de la boca de la angustia

A lugar espacioso, libre de todo apuro,

Y te preparará mesa llena de grosura.

17 Mas tú has llenado el juicio del impío,

En vez de sustentar el juicio y la justicia.

18 Por lo cual teme, no sea que en su ira te quite con golpe,

El cual no puedas apartar de ti con gran rescate.

19 ¿Hará él estima de tus riquezas, del oro,

O de todas las fuerzas del poder?

20 No anheles la noche,

En que los pueblos desaparecen de su lugar.

21 Guárdate, no te vuelvas a la iniquidad;

Pues esta escogiste más bien que la aflicción.

22 He aquí que Dios es excelso en su poder;

¿Qué enseñador semejante a él?

23 ¿Quién le ha prescrito su camino?

¿Y quién le dirá: Has hecho mal?

24 Acuérdate de engrandecer su obra,

La cual contemplan los hombres.

25 Los hombres todos la ven;

La mira el hombre de lejos.

26 He aquí, Dios es grande, y nosotros no le conocemos,

Ni se puede seguir la huella de sus años.

27 Él atrae las gotas de las aguas,

Al transformarse el vapor en lluvia,

28 La cual destilan las nubes,

Goteando en abundancia sobre los hombres.

29 ¿Quién podrá comprender la extensión de las nubes,

Y el sonido estrepitoso de su morada?

30 He aquí que sobre él extiende su luz,

Y cobija con ella las profundidades del mar.

31 Bien que por esos medios castiga a los pueblos,

A la multitud él da sustento.

32 Con las nubes encubre la luz,

Y le manda no brillar, interponiendo aquellas.

33 El trueno declara su indignación,

Y la tempestad proclama su ira contra la iniquidad.

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Job

Job 37

1 Por eso también se estremece mi corazón,

Y salta de su lugar.

2 Oíd atentamente el estrépito de su voz,

Y el sonido que sale de su boca.

3 Debajo de todos los cielos lo dirige,

Y su luz hasta los fines de la tierra.

4 Después de ella brama el sonido,

Truena él con voz majestuosa;

Y aunque sea oída su voz, no los detiene.

5 Truena Dios maravillosamente con su voz;

Él hace grandes cosas, que nosotros no entendemos.

6 Porque a la nieve dice: Desciende a la tierra;

También a la llovizna, y a los aguaceros torrenciales.

7 Así hace retirarse a todo hombre,

Para que los hombres todos reconozcan su obra.

8 Las bestias entran en su escondrijo,

Y se están en sus moradas.

9 Del sur viene el torbellino,

Y el frío de los vientos del norte.

10 Por el soplo de Dios se da el hielo,

Y las anchas aguas se congelan.

11 Regando también llega a disipar la densa nube,

Y con su luz esparce la niebla.

12 Asimismo por sus designios se revuelven las nubes en derredor,

Para hacer sobre la faz del mundo,

En la tierra, lo que él les mande.

13 Unas veces por azote, otras por causa de su tierra,

Otras por misericordia las hará venir.

14 Escucha esto, Job;

Detente, y considera las maravillas de Dios.

15 ¿Sabes tú cómo Dios las pone en concierto,

Y hace resplandecer la luz de su nube?

16 ¿Has conocido tú las diferencias de las nubes,

Las maravillas del Perfecto en sabiduría?

17 ¿Por qué están calientes tus vestidos

Cuando él sosiega la tierra con el viento del sur?

18 ¿Extendiste tú con él los cielos,

Firmes como un espejo fundido?

19 Muéstranos qué le hemos de decir;

Porque nosotros no podemos ordenar las ideas a causa de las tinieblas.

20 ¿Será preciso contarle cuando yo hablare?

Por más que el hombre razone, quedará como abismado.

21 Mas ahora ya no se puede mirar la luz esplendente en los cielos,

Luego que pasa el viento y los limpia,

22 Viniendo de la parte del norte la dorada claridad.

En Dios hay una majestad terrible.

23 Él es Todopoderoso, al cual no alcanzamos, grande en poder;

Y en juicio y en multitud de justicia no afligirá.

24 Lo temerán por tanto los hombres;

Él no estima a ninguno que cree en su propio corazón ser sabio.

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Job

Job 38

Jehová convence a Job de su ignorancia

1 Entonces respondió Jehová a Job desde un torbellino, y dijo:

2 ¿Quién es ese que oscurece el consejo

Con palabras sin sabiduría?

3 Ahora ciñe como varón tus lomos;

Yo te preguntaré, y tú me contestarás.

4 ¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?

Házmelo saber, si tienes inteligencia.

5 ¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes?

¿O quién extendió sobre ella cordel?

6 ¿Sobre qué están fundadas sus bases?

¿O quién puso su piedra angular,

7 Cuando alababan todas las estrellas del alba,

Y se regocijaban todos los hijos de Dios?

8 ¿Quién encerró con puertas el mar,

Cuando se derramaba saliéndose de su seno,

9 Cuando puse yo nubes por vestidura suya,

Y por su faja oscuridad,

10 Y establecí sobre él mi decreto,

Le puse puertas y cerrojo,

11 Y dije: Hasta aquí llegarás, y no pasarás adelante,

Y ahí parará el orgullo de tus olas?

12 ¿Has mandado tú a la mañana en tus días?

¿Has mostrado al alba su lugar,

13 Para que ocupe los fines de la tierra,

Y para que sean sacudidos de ella los impíos?

14 Ella muda luego de aspecto como barro bajo el sello,

Y viene a estar como con vestidura;

15 Mas la luz de los impíos es quitada de ellos,

Y el brazo enaltecido es quebrantado.

16 ¿Has entrado tú hasta las fuentes del mar,

Y has andado escudriñando el abismo?

17 ¿Te han sido descubiertas las puertas de la muerte,

Y has visto las puertas de la sombra de muerte?

18 ¿Has considerado tú hasta las anchuras de la tierra?

Declara si sabes todo esto.

19 ¿Por dónde va el camino a la habitación de la luz,

Y dónde está el lugar de las tinieblas,

20 Para que las lleves a sus límites,

Y entiendas las sendas de su casa?

21 ¡Tú lo sabes! Pues entonces ya habías nacido,

Y es grande el número de tus días.

22 ¿Has entrado tú en los tesoros de la nieve,

O has visto los tesoros del granizo,

23 Que tengo reservados para el tiempo de angustia,

Para el día de la guerra y de la batalla?

24 ¿Por qué camino se reparte la luz,

Y se esparce el viento solano sobre la tierra?

25 ¿Quién repartió conducto al turbión,

Y camino a los relámpagos y truenos,

26 Haciendo llover sobre la tierra deshabitada,

Sobre el desierto, donde no hay hombre,

27 Para saciar la tierra desierta e inculta,

Y para hacer brotar la tierna hierba?

28 ¿Tiene la lluvia padre?

¿O quién engendró las gotas del rocío?

29 ¿De qué vientre salió el hielo?

Y la escarcha del cielo, ¿quién la engendró?

30 Las aguas se endurecen a manera de piedra,

Y se congela la faz del abismo.

31 ¿Podrás tú atar los lazos de las Pléyades,

O desatarás las ligaduras de Orión?

32 ¿Sacarás tú a su tiempo las constelaciones de los cielos,

O guiarás a la Osa Mayor con sus hijos?

33 ¿Supiste tú las ordenanzas de los cielos?

¿Dispondrás tú de su potestad en la tierra?

34 ¿Alzarás tú a las nubes tu voz,

Para que te cubra muchedumbre de aguas?

35 ¿Enviarás tú los relámpagos, para que ellos vayan?

¿Y te dirán ellos: Henos aquí?

36 ¿Quién puso la sabiduría en el corazón?

¿O quién dio al espíritu inteligencia?

37 ¿Quién puso por cuenta los cielos con sabiduría?

Y los odres de los cielos, ¿quién los hace inclinar,

38 Cuando el polvo se ha convertido en dureza,

Y los terrones se han pegado unos con otros?

39 ¿Cazarás tú la presa para el león?

¿Saciarás el hambre de los leoncillos,

40 Cuando están echados en las cuevas,

O se están en sus guaridas para acechar?

41 ¿Quién prepara al cuervo su alimento,

Cuando sus polluelos claman a Dios,

Y andan errantes por falta de comida?

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Job

Job 39

1 ¿Sabes tú el tiempo en que paren las cabras monteses?

¿O miraste tú las ciervas cuando están pariendo?

2 ¿Contaste tú los meses de su preñez,

Y sabes el tiempo cuando han de parir?

3 Se encorvan, hacen salir sus hijos,

Pasan sus dolores.

4 Sus hijos se fortalecen, crecen con el pasto;

Salen, y no vuelven a ellas.

5 ¿Quién echó libre al asno montés,

Y quién soltó sus ataduras?

6 Al cual yo puse casa en la soledad,

Y sus moradas en lugares estériles.

7 Se burla de la multitud de la ciudad;

No oye las voces del arriero.

8 Lo oculto de los montes es su pasto,

Y anda buscando toda cosa verde.

9 ¿Querrá el búfalo servirte a ti,

O quedar en tu pesebre?

10 ¿Atarás tú al búfalo con coyunda para el surco?

¿Labrará los valles en pos de ti?

11 ¿Confiarás tú en él, por ser grande su fuerza,

Y le fiarás tu labor?

12 ¿Fiarás de él para que recoja tu semilla,

Y la junte en tu era?

13 ¿Diste tú hermosas alas al pavo real,

O alas y plumas al avestruz?

14 El cual desampara en la tierra sus huevos,

Y sobre el polvo los calienta,

15 Y olvida que el pie los puede pisar,

Y que puede quebrarlos la bestia del campo.

16 Se endurece para con sus hijos, como si no fuesen suyos,

No temiendo que su trabajo haya sido en vano;

17 Porque le privó Dios de sabiduría,

Y no le dio inteligencia.

18 Luego que se levanta en alto,

Se burla del caballo y de su jinete.

19 ¿Diste tú al caballo la fuerza?

¿Vestiste tú su cuello de crines ondulantes?

20 ¿Le intimidarás tú como a langosta?

El resoplido de su nariz es formidable.

21 Escarba la tierra, se alegra en su fuerza,

Sale al encuentro de las armas;

22 Hace burla del espanto, y no teme,

Ni vuelve el rostro delante de la espada.

23 Contra él suenan la aljaba,

El hierro de la lanza y de la jabalina;

24 Y él con ímpetu y furor escarba la tierra,

Sin importarle el sonido de la trompeta;

25 Antes como que dice entre los clarines: ¡Ea!

Y desde lejos huele la batalla,

El grito de los capitanes, y el vocerío.

26 ¿Vuela el gavilán por tu sabiduría,

Y extiende hacia el sur sus alas?

27 ¿Se remonta el águila por tu mandamiento,

Y pone en alto su nido?

28 Ella habita y mora en la peña,

En la cumbre del peñasco y de la roca.

29 Desde allí acecha la presa;

Sus ojos observan de muy lejos.

30 Sus polluelos chupan la sangre;

Y donde hubiere cadáveres, allí está ella.

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Job

Job 40

1 Además respondió Jehová a Job, y dijo:

2 ¿Es sabiduría contender con el Omnipotente?

El que disputa con Dios, responda a esto.

3 Entonces respondió Job a Jehová, y dijo:

4 He aquí que yo soy vil; ¿qué te responderé?

Mi mano pongo sobre mi boca.

5 Una vez hablé, mas no responderé;

Aun dos veces, mas no volveré a hablar.

Manifestaciones del poder de Dios

6 Respondió Jehová a Job desde el torbellino, y dijo:

7 Cíñete ahora como varón tus lomos;

Yo te preguntaré, y tú me responderás.

8 ¿Invalidarás tú también mi juicio?

¿Me condenarás a mí, para justificarte tú?

9 ¿Tienes tú un brazo como el de Dios?

¿Y truenas con voz como la suya?

10 Adórnate ahora de majestad y de alteza,

Y vístete de honra y de hermosura.

11 Derrama el ardor de tu ira;

Mira a todo altivo, y abátelo.

12 Mira a todo soberbio, y humíllalo,

Y quebranta a los impíos en su sitio.

13 Encúbrelos a todos en el polvo,

Encierra sus rostros en la oscuridad;

14 Y yo también te confesaré

Que podrá salvarte tu diestra.

15 He aquí ahora behemot, el cual hice como a ti;

Hierba come como buey.

16 He aquí ahora que su fuerza está en sus lomos,

Y su vigor en los músculos de su vientre.

17 Su cola mueve como un cedro,

Y los nervios de sus muslos están entretejidos.

18 Sus huesos son fuertes como bronce,

Y sus miembros como barras de hierro.

19 Él es el principio de los caminos de Dios;

El que lo hizo, puede hacer que su espada a él se acerque.

20 Ciertamente los montes producen hierba para él;

Y toda bestia del campo retoza allá.

21 Se echará debajo de las sombras,

En lo oculto de las cañas y de los lugares húmedos.

22 Los árboles sombríos lo cubren con su sombra;

Los sauces del arroyo lo rodean.

23 He aquí, sale de madre el río, pero él no se inmuta;

Tranquilo está, aunque todo un Jordán se estrelle contra su boca.

24 ¿Lo tomará alguno cuando está vigilante,

Y horadará su nariz?

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Job

Job 41

1 ¿Sacarás tú al leviatáncon anzuelo,

O con cuerda que le eches en su lengua?

2 ¿Pondrás tú soga en sus narices,

Y horadarás con garfio su quijada?

3 ¿Multiplicará él ruegos para contigo?

¿Te hablará él lisonjas?

4 ¿Hará pacto contigo

Para que lo tomes por siervo perpetuo?

5 ¿Jugarás con él como con pájaro,

O lo atarás para tus niñas?

6 ¿Harán de él banquete los compañeros?

¿Lo repartirán entre los mercaderes?

7 ¿Cortarás tú con cuchillo su piel,

O con arpón de pescadores su cabeza?

8 Pon tu mano sobre él;

Te acordarás de la batalla, y nunca más volverás.

9 He aquí que la esperanza acerca de él será burlada,

Porque aun a su sola vista se desmayarán.

10 Nadie hay tan osado que lo despierte;

¿Quién, pues, podrá estar delante de mí?

11 ¿Quién me ha dado a mí primero, para que yo restituya?

Todo lo que hay debajo del cielo es mío.

12 No guardaré silencio sobre sus miembros,

Ni sobre sus fuerzas y la gracia de su disposición.

13 ¿Quién descubrirá la delantera de su vestidura?

¿Quién se acercará a él con su freno doble?

14 ¿Quién abrirá las puertas de su rostro?

Las hileras de sus dientes espantan.

15 La gloria de su vestido son escudos fuertes,

Cerrados entre sí estrechamente.

16 El uno se junta con el otro,

Que viento no entra entre ellos.

17 Pegado está el uno con el otro;

Están trabados entre sí, que no se pueden apartar.

18 Con sus estornudos enciende lumbre,

Y sus ojos son como los párpados del alba.

19 De su boca salen hachones de fuego;

Centellas de fuego proceden.

20 De sus narices sale humo,

Como de una olla o caldero que hierve.

21 Su aliento enciende los carbones,

Y de su boca sale llama.

22 En su cerviz está la fuerza,

Y delante de él se esparce el desaliento.

23 Las partes más flojas de su carne están endurecidas;

Están en él firmes, y no se mueven.

24 Su corazón es firme como una piedra,

Y fuerte como la muela de abajo.

25 De su grandeza tienen temor los fuertes,

Y a causa de su desfallecimiento hacen por purificarse.

26 Cuando alguno lo alcanzare,

Ni espada, ni lanza, ni dardo, ni coselete durará.

27 Estima como paja el hierro,

Y el bronce como leño podrido.

28 Saeta no le hace huir;

Las piedras de honda le son como paja.

29 Tiene toda arma por hojarasca,

Y del blandir de la jabalina se burla.

30 Por debajo tiene agudas conchas;

Imprime su agudez en el suelo.

31 Hace hervir como una olla el mar profundo,

Y lo vuelve como una olla de ungüento.

32 En pos de sí hace resplandecer la senda,

Que parece que el abismo es cano.

33 No hay sobre la tierra quien se le parezca;

Animal hecho exento de temor.

34 Menosprecia toda cosa alta;

Es rey sobre todos los soberbios.

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Job 42

Confesión y justificación de Job

1 Respondió Job a Jehová, y dijo:

2 Yo conozco que todo lo puedes,

Y que no hay pensamiento que se esconda de ti.

3 ¿Quién es el que oscurece el consejo sin entendimiento?

Por tanto, yo hablaba lo que no entendía;

Cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía.

4 Oye, te ruego, y hablaré;

Te preguntaré, y tú me enseñarás.

5 De oídas te había oído;

Mas ahora mis ojos te ven.

6 Por tanto me aborrezco,

Y me arrepiento en polvo y ceniza.

7 Y aconteció que después que habló Jehová estas palabras a Job, Jehová dijo a Elifaz temanita: Mi ira se encendió contra ti y tus dos compañeros; porque no habéis hablado de mí lo recto, como mi siervo Job.

8 Ahora, pues, tomaos siete becerros y siete carneros, e id a mi siervo Job, y ofreced holocausto por vosotros, y mi siervo Job orará por vosotros; porque de cierto a él atenderé para no trataros afrentosamente, por cuanto no habéis hablado de mí con rectitud, como mi siervo Job.

9 Fueron, pues, Elifaz temanita, Bildad suhita y Zofar naamatita, e hicieron como Jehová les dijo; y Jehová aceptó la oración de Job.

Restauración de la prosperidad de Job

10 Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job.

11 Y vinieron a él todos sus hermanos y todas sus hermanas, y todos los que antes le habían conocido, y comieron con él pan en su casa, y se condolieron de él, y le consolaron de todo aquel mal que Jehová había traído sobre él; y cada uno de ellos le dio una pieza de dinero y un anillo de oro.

12 Y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero; porque tuvo catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas,

13 y tuvo siete hijos y tres hijas.

14 Llamó el nombre de la primera, Jemima, el de la segunda, Cesia, y el de la tercera, Keren-hapuc.

15 Y no había mujeres tan hermosas como las hijas de Job en toda la tierra; y les dio su padre herencia entre sus hermanos.

16 Después de esto vivió Job ciento cuarenta años, y vio a sus hijos, y a los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación.

17 Y murió Job viejo y lleno de días.

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Salmos

Salmos SALMOS

SALMOS

INTRODUCCIÓN

El libro de los

Salmos

(Sal) contiene cánticos, poemas y oraciones nacidos de la experiencia religiosa de una comunidad que adora. El adorador, en los salmos, toma la palabra para dirigirse a Dios y compartir las experiencias y las aspiraciones más profundas del alma: luchas y esperanzas, triunfos y fracasos, adoración y rebeldía, gratitud y arrepentimiento; particularmente, el clamor que surge de la enfermedad, la pobreza, el exilio, la injusticia y toda suerte de calamidades y miserias que afectan a la humanidad.

Nuestro Señor Jesucristo utilizó los

Salmos

durante su ministerio. Así lo vemos, por ejemplo, con ocasión de la tentación en el desierto (

Mt. 4.6

Sal. 91.11-12

) o en las enseñanzas del Sermón del monte (

Mt. 5.7

Sal. 18.25

Mt. 5.35

Sal. 48.2

Mt. 7.23

Sal. 6.8

). Además, los evangelios relatan que, en sus últimas palabras en la cruz, Jesucristo citó dos veces los

Salmos

(

Mt. 27.46

Sal. 22.1

Lc. 23.46

Sal. 31.5

).

A través de la historia, los

Salmos

han servido de inspiración tanto para la comunidad judía como para la cristiana. El pueblo de Israel dio expresión a su fe entonándolos en el templo de Jerusalén, y el judaísmo los hizo parte esencial del culto en la sinagoga. La iglesia los adoptó tal como estaban y, al recibirlos, los incorporó a la fe cristiana dándoles un sentido cristocéntrico. Las expectativas mesiánicas, originalmente centradas en el rey de la línea de David, fueron identificadas con Jesucristo (

Hch. 2.30

).

El

libro de los Salmos

, compilado al regreso del exilio en Babilonia sobre la base de antiguas colecciones, incluye salmos que datan de un período que abarca más de seis siglos, desde los albores mismos de Israel hasta la era postexílica; además, fue el himnario que utilizaron los judíos durante la reconstrucción del templo de Jerusalén, conocido como el Segundo templo, después del exilio en Babilonia. El nombre hebreo del libro es

tehilim

, plural de

tehilah

, que significa «cántico de alabanza». El título castellano «Salmos» se deriva de la Vulgata, donde recibe el nombre de

Liber Psalmorum

o «Libro de los salmos». El latín, a su vez, lo toma de la Septuaginta (LXX), en la que este libro se llama

Psalmoi

o «Cantos para instrumentos de cuerda», a pesar de que solo unos pocos de ellos se identifican en el texto hebreo como «cantos para instrumentos de cuerda» (en hebreo

mizmor

). En ocasiones se da al libro el nombre de «Salterio», derivado del griego,

psalterion

, que es el nombre del instrumento de cuerdas o «lira» que se usaba en la antigua Grecia para acompañar el canto.

La poesía hebrea

La poesía lírica gozó de gran popularidad en todo el antiguo Oriente próximo. Numerosos ejemplos de este género literario nos han llegado de Canaán (cuyos músicos y cantores gozaban de fama internacional), así como de Egipto y de Mesopotamia. Es evidente la contribución que en este sentido hizo Israel al mundo cultural de su tiempo. La poesía israelita abunda en la Biblia. Como ejemplos de este género véanse el Cántico de Moisés y de María (

Ex. 15

) y el Cántico del pozo (

Nm. 21.17-18

), el Cántico de Débora y de Barac (

Jue. 5

) y la endecha de David a Saúl y a Jonatán (

2 S. 1.19-27

). Así mismo, la Biblia se refiere a antiguas colecciones poéticas de las que solamente se conservan fragmentos, como «El libro de las batallas de Jehová» (

Nm. 21.14

) y «El libro de Jaser» (

Jos. 10.13

2 S. 1.18

). Pero la mayor parte de la obra poética del antiguo Israel la tenemos en el libro de

Salmos

.

El estilo de la poesía hebrea no se asemeja al nuestro. Sus estructuras son similares a las de los otros pueblos semitas de la antigüedad. Posiblemente, de todas las formas peculiares del género poético hebreo, el «paralelismo» sea la más fácil de reconocer en una traducción al castellano. La estructura paralela era una de las formas favoritas de crear belleza literaria. La poesía hebrea carece de rima a la usanza de la castellana; en su lugar, el paralelismo ofrece una especie de «rima de ideas».

En general suelen distinguirse tres formas de paralelismo:

(a) Paralelismo sinónimo, que consiste en expresar dos veces la misma idea con palabras distintas, como en

Sal. 15.1

:

Jehová, ¿quién habitará en tu Tabernáculo?,

¿quién morará en tu monte santo?

(b) Paralelismo antitético, que se establece por la oposición o el contraste de dos ideas o imágenes poéticas; p.e.,

Sal. 37.22

:

Porque los benditos de él heredarán la tierra

y los malditos de él serán destruidos.

(c) Paralelismo sintético, que se da cuando el segundo miembro prolonga o termina de expresar el pensamiento enunciado en el primero, añadiendo elementos nuevos, como el

Sal. 19.8

:

Los mandamientos de Jehová son rectos:

alegran el corazón;

el precepto de Jehová es puro:

alumbra los ojos.

A veces, el paralelismo sintético presenta una forma particular, que consiste en desarrollar la idea repitiendo algunas palabras del verso anterior. Entonces suele hablarse de paralelismo progresivo, como en el caso de

Sal. 145.18

:

Cercano está Jehová a todos los que le invocan,

a todos los que le invocan de veras.

Géneros literarios en los Salmos

Una lectura atenta de los

Salmos

pone de relieve una serie de características de forma y contenido que permiten clasificarlos en grupos, de acuerdo con su género literario. Por otra parte, la identificación de estos géneros es muy importante para comprender los salmos adecuadamente.

Podemos distinguir en el

Salterio

las siguientes categorías de salmos:

(a) Himnos, utilizados en la alabanza a Dios (

8

15

19.1-6

24

29

33

46

47

48

76

84

93

; 96—100; 103—106;

113

114

117

122

135

136

; 145—150). Se incluyen dentro de esta categoría dos subtipos de salmos: los himnos de entronización, que celebran a Dios como Rey de toda la creación (

47

93

; 96—100), y los cantos de Sion, que expresan la devoción a Jerusalén y su santuario (

46

48

76

84

87

122

).

(b) Lamentos o súplicas, tanto individuales, en petición de auxilio ante alguna aflicción física o moral (3—7; 9—10; 12—14;

17

22

25

26

28

31

; 38—39; 41—43;

51

; 54—59;

61

63

64

; 69—71;

77

86

88

94

102

109

120

130

; 139—143), como colectivos, cuando todo el pueblo implora ayuda en momentos de calamidad nacional, tales como una sequía, una epidemia o una grave derrota militar (

44

60

74

79

80

83

85

90

123

; 125—126;

129

137

).

(c) Cantos de confianza, en los que se expresa la certidumbre de la ayuda inminente de Dios (

11

16

23

27

62

131

).

(d) Acciones de gracias, expresiones de gratitud por la ayuda recibida (

30

32

34

40.1-11

63

65

67

75

92

103

107

111

116

118

124

136

138

).

(e) Relatos de historia sagrada, que narran las intervenciones redentoras de Dios (

78

105

106

135

136

).

(f) Salmos reales, que pueden ser de diversos géneros y que se usaban en ocasiones especiales de la vida del monarca, tales como su coronación, su boda o alguna operación militar (

2

18

20

21

28

45

61

63

72

84

89

101

110

132

144

).

(g) Salmos sapienciales o didácticos, que son meditaciones sobre la naturaleza de la vida humana y de las acciones divinas (

1

37

49

73

91

112

119

127

128

133

).

(y) Salmos de adoración y alabanza (

15

24

50

66

68

81

82

108

115

118

121

132

134

).

(i) Salmos de peregrinaje, que entonaban los peregrinos camino de Jerusalén o a su regreso de la Ciudad santa (

84

107

122

).

(j) Salmos de género mixto, (

36

40

).

(k) Salmos acrósticos, que utilizan estructuras poéticas basadas en el alfabeto hebreo; cada verso comienza con una letra sucesiva del alfabeto (9—10;

34

119

).

(l) Imprecaciones. (Véase más adelante.)

Estructura y numeración de los Salmos

El Salterio está dividido en cinco libros, cada uno de los cuales termina con una doxología. A pesar de que estas doxologías hoy se numeran como versículos de un salmo, en realidad son elementos independientes que cierran cada uno de los libros, con excepción del Libro V en el cual el último salmo es la doxología, que, a su vez, cierra toda la colección. La organización de los libros y las doxologías es como sigue:

Este arreglo posiblemente está hecho a imitación del Pentateuco: los cinco libros corresponderían a los cinco rollos de la ley. Es evidente que la compilación de los salmos en estas cinco grandes divisiones es el resultado de un complejo proceso de composición, lo que explica la repetición de algunos de ellos (

14

53

40.13-17

70

57.7-11

108.1-5

60.6-12

108.7-13

).

La numeración de los salmos en el texto hebreo difiere de la utilizada en las versiones griega (LXX) y latina (Vulgata). Esta diferencia se debe a que algunos salmos han sido divididos y otros fusionados. Así, por ejemplo, los salmos 9 y 10 del hebreo corresponden al salmo 9 de las versiones griega y latina, mientras que los salmos 114 y 115 de la LXX corresponden al 116 del texto hebreo. En esta edición, los salmos se citan de acuerdo con la numeración hebrea. El siguiente cuadro presenta en forma comparada ambas numeraciones:

Títulos hebreos de los salmos

Los títulos hebreos de los salmos contienen diversas informaciones. Unas veces hacen referencia a la persona a quien se atribuye la composición del poema, persona que, en casi la mitad de los casos, se identifica con el rey David (3—9; 11—32; 34—41; 51—65; 68—70;

86

103

; 108—110;

122

124

131

133

; 138—145). Otros salmos se atribuyen a Salomón (

72

127

), a Asaf (

50

; 73—83), a los hijos de Coré (

42

; 44—49;

84

85

87

88

), a Etán (

89

) y a Moisés (

90

). Hay 49 que son anónimos.

Algunos títulos ofrecen información sobre la música (por ejemplo, «Al músico principal; sobre Neginot», 4; 6; etc.). Desafortunadamente, el significado de un número de términos técnicos se ha perdido y no tenemos idea precisa de cómo traducirlos. Masquil (42; 44; 52—55; etc.), Mictam (16; 56—60) y Sigaión (7) parecen referirse a determinados tipos de salmos. Otros parecen referirse a la instrumentación musical, como en el caso de Neginot (¿instrumentos de cuerdas?, 4; 6) y Nehilot (¿flautas?, 5). Otros, en fin, que aparecen precedidos de la preposición «sobre», parecen ser los nombres de la tonada que se usaba con determinado salmo, p.e.: Ajelet-sahar («Cierva del amanecer», 22), Alamot (46), Gitit (8; 81; 84), Mahalat (53; 88), Mut-labén (9), Seminit (6; 12). En esta versión algunos de los nombres de las melodías se han traducido: «La paloma silenciosa en paraje muy distante» (56), «Lirios» (45; 69), «No destruyas» (57—59; 75). La palabra Selah, que aparece 71 veces en los

Salmos

posiblemente significa «alzar» y parece indicar un interludio musical.

Salmos imprecatorios

Por último, no puede pasarse por alto que algunos salmos resultan particularmente duros para los oídos cristianos. A veces los salmistas se encuentran totalmente indefensos frente a la maldad, la opresión y la violencia, y por eso no solo claman al Señor, que es el único que puede salvarlos, sino que también piden a Dios que haga caer sobre sus enemigos los peores males. Así se unen en un mismo salmo las súplicas más ardientes y las más violentas imprecaciones (

Sal. 58.6-11

83.9-18

109.6-19

137.7-9

).

Las dificultades que plantean estos pasajes son evidentes, y por eso es necesario tratar de comprenderlos situándolos en su verdadero contexto. Para ello es preciso recordar, en primer lugar, que los salmos se formaron bajo el régimen de la antigua ley, cuando Jesús aún no había revelado que el mandamiento del amor al prójimo incluye también el amor al enemigo (

Mt. 5.43-48

Ro. 12.17-21

). Además, provienen de una época en la que todavía eran insuficientes y rudimentarias las ideas sobre la vida más allá de la muerte y la recompensa reservada a los justos en la vida eterna (véase

Sal. 6.5

). En efecto, según las ideas corrientes entre los antiguos israelitas, las buenas y malas acciones eran recompensadas en la vida presente, y el malvado debía recibir su castigo lo antes posible, a fin de que se pusiera de manifiesto que hay un Dios que juzga en la tierra (

Sal. 58.11

).

Finalmente, el cristiano no puede dejar de reconocer el hambre y sed de justicia que se expresan en esas súplicas al Señor para que se manifieste como Juez justo (

Jer. 15.15

). El amor a los enemigos no significa indiferencia frente al mal, y cuando triunfan la injusticia, la violencia, la opresión a los más débiles y el desprecio a Dios, el cristiano puede decir al Señor:

«Engrandécete, oh Juez de la tierra;

Da el pago a los soberbios.

¿Hasta cuándo los impíos,

Hasta cuándo, oh Jehová, se gozarán los impíos?»

(

94.2-3

)

Categories
Salmos

Salmos 1

El justo y los pecadores

1 Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos,

Ni estuvo en camino de pecadores,

Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;

2 Sino que en la ley de Jehová está su delicia,

Y en su ley medita de día y de noche.

3 Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas,

Que da su fruto en su tiempo,

Y su hoja no cae;

Y todo lo que hace, prosperará.

4 No así los malos,

Que son como el tamo que arrebata el viento.

5 Por tanto, no se levantarán los malos en el juicio,

Ni los pecadores en la congregación de los justos.

6 Porque Jehová conoce el camino de los justos;

Mas la senda de los malos perecerá.

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