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Job 30

Job lamenta su desdicha actual

1 Pero ahora se ríen de mí los más jóvenes que yo,

A cuyos padres yo desdeñara poner con los perros de mi ganado.

2 ¿Y de qué me serviría ni aun la fuerza de sus manos?

No tienen fuerza alguna.

3 Por causa de la pobreza y del hambre andaban solos;

Huían a la soledad, a lugar tenebroso, asolado y desierto.

4 Recogían malvas entre los arbustos,

Y raíces de enebro para calentarse.

5 Eran arrojados de entre las gentes,

Y todos les daban grita como tras el ladrón.

6 Habitaban en las barrancas de los arroyos,

En las cavernas de la tierra, y en las rocas.

7 Bramaban entre las matas,

Y se reunían debajo de los espinos.

8 Hijos de viles, y hombres sin nombre,

Más bajos que la misma tierra.

9 Y ahora yo soy objeto de su burla,

Y les sirvo de refrán.

10 Me abominan, se alejan de mí,

Y aun de mi rostro no detuvieron su saliva.

11 Porque Dios desató su cuerda, y me afligió,

Por eso se desenfrenaron delante de mi rostro.

12 A la mano derecha se levantó el populacho;

Empujaron mis pies,

Y prepararon contra mí caminos de perdición.

13 Mi senda desbarataron,

Se aprovecharon de mi quebrantamiento,

Y contra ellos no hubo ayudador.

14 Vinieron como por portillo ancho,

Se revolvieron sobre mi calamidad.

15 Se han revuelto turbaciones sobre mí;

Combatieron como viento mi honor,

Y mi prosperidad pasó como nube.

16 Y ahora mi alma está derramada en mí;

Días de aflicción se apoderan de mí.

17 La noche taladra mis huesos,

Y los dolores que me roen no reposan.

18 La violencia deforma mi vestidura; me ciñe como el cuello de mi túnica.

19 Él me derribó en el lodo,

Y soy semejante al polvo y a la ceniza.

20 Clamo a ti, y no me oyes;

Me presento, y no me atiendes.

21 Te has vuelto cruel para mí;

Con el poder de tu mano me persigues.

22 Me alzaste sobre el viento, me hiciste cabalgar en él,

Y disolviste mi sustancia.

23 Porque yo sé que me conduces a la muerte,

Y a la casa determinada a todo viviente.

24 Mas él no extenderá la mano contra el sepulcro;

¿Clamarán los sepultados cuando él los quebrantare?

25 ¿No lloré yo al afligido?

Y mi alma, ¿no se entristeció sobre el menesteroso?

26 Cuando esperaba yo el bien, entonces vino el mal;

Y cuando esperaba luz, vino la oscuridad.

27 Mis entrañas se agitan, y no reposan;

Días de aflicción me han sobrecogido.

28 Ando ennegrecido, y no por el sol;

Me he levantado en la congregación, y clamado.

29 He venido a ser hermano de chacales,

Y compañero de avestruces.

30 Mi piel se ha ennegrecido y se me cae,

Y mis huesos arden de calor.

31 Se ha cambiado mi arpa en luto,

Y mi flauta en voz de lamentadores.

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Job 31

Job afirma su integridad

1 Hice pacto con mis ojos;

¿Cómo, pues, había yo de mirar a una virgen?

2 Porque ¿qué galardón me daría de arriba Dios,

Y qué heredad el Omnipotente desde las alturas?

3 ¿No hay quebrantamiento para el impío,

Y extrañamiento para los que hacen iniquidad?

4 ¿No ve él mis caminos,

Y cuenta todos mis pasos?

5 Si anduve con mentira,

Y si mi pie se apresuró a engaño,

6 Péseme Dios en balanzas de justicia,

Y conocerá mi integridad.

7 Si mis pasos se apartaron del camino,

Si mi corazón se fue tras mis ojos,

Y si algo se pegó a mis manos,

8 Siembre yo, y otro coma,

Y sea arrancada mi siembra.

9 Si fue mi corazón engañado acerca de mujer,

Y si estuve acechando a la puerta de mi prójimo,

10 Muela para otro mi mujer,

Y sobre ella otros se encorven.

11 Porque es maldad e iniquidad

Que han de castigar los jueces.

12 Porque es fuego que devoraría hasta el Abadón,

Y consumiría toda mi hacienda.

13 Si hubiera tenido en poco el derecho de mi siervo y de mi sierva,

Cuando ellos contendían conmigo,

14 ¿Qué haría yo cuando Dios se levantase?

Y cuando él preguntara, ¿qué le respondería yo?

15 El que en el vientre me hizo a mí, ¿no lo hizo a él?

¿Y no nos dispuso uno mismo en la matriz?

16 Si estorbé el contento de los pobres,

E hice desfallecer los ojos de la viuda;

17 Si comí mi bocado solo,

Y no comió de él el huérfano

18 (Porque desde mi juventud creció conmigo como con un padre,

Y desde el vientre de mi madre fui guía de la viuda);

19 Si he visto que pereciera alguno sin vestido,

Y al menesteroso sin abrigo;

20 Si no me bendijeron sus lomos,

Y del vellón de mis ovejas se calentaron;

21 Si alcé contra el huérfano mi mano,

Aunque viese que me ayudaran en la puerta;

22 Mi espalda se caiga de mi hombro,

Y el hueso de mi brazo sea quebrado.

23 Porque temí el castigo de Dios,

Contra cuya majestad yo no tendría poder.

24 Si puse en el oro mi esperanza,

Y dije al oro: Mi confianza eres tú;

25 Si me alegré de que mis riquezas se multiplicasen,

Y de que mi mano hallase mucho;

26 Si he mirado al sol cuando resplandecía,

O a la luna cuando iba hermosa,

27 Y mi corazón se engañó en secreto,

Y mi boca besó mi mano;

28 Esto también sería maldad juzgada;

Porque habría negado al Dios soberano.

29 Si me alegré en el quebrantamiento del que me aborrecía,

Y me regocijé cuando le halló el mal

30 (Ni aun entregué al pecado mi lengua,

Pidiendo maldición para su alma);

31 Si mis siervos no decían:

¿Quién no se ha saciado de su carne?

32 (El forastero no pasaba fuera la noche;

Mis puertas abría al caminante);

33 Si encubrí como hombre mis transgresiones,

Escondiendo en mi seno mi iniquidad,

34 Porque tuve temor de la gran multitud,

Y el menosprecio de las familias me atemorizó,

Y callé, y no salí de mi puerta;

35 ¡Quién me diera quien me oyese!

He aquí mi confianza es que el Omnipotente testificará por mí,

Aunque mi adversario me forme proceso.

36 Ciertamente yo lo llevaría sobre mi hombro,

Y me lo ceñiría como una corona.

37 Yo le contaría el número de mis pasos,

Y como príncipe me presentaría ante él.

38 Si mi tierra clama contra mí,

Y lloran todos sus surcos;

39 Si comí su sustancia sin dinero,

O afligí el alma de sus dueños,

40 En lugar de trigo me nazcan abrojos,

Y espinos en lugar de cebada.

Aquí terminan las palabras de Job.

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Job 32

Eliú justifica su derecho de contestar a Job

1 Cesaron estos tres varones de responder a Job, por cuanto él era justo a sus propios ojos.

2 Entonces Eliú hijo de Baraquel buzita, de la familia de Ram, se encendió en ira contra Job; se encendió en ira, por cuanto se justificaba a sí mismo más que a Dios.

3 Asimismo se encendió en ira contra sus tres amigos, porque no hallaban qué responder, aunque habían condenado a Job.

4 Y Eliú había esperado a Job en la disputa, porque los otros eran más viejos que él.

5 Pero viendo Eliú que no había respuesta en la boca de aquellos tres varones, se encendió en ira.

6 Y respondió Eliú hijo de Baraquel buzita, y dijo:

Yo soy joven, y vosotros ancianos;

Por tanto, he tenido miedo, y he temido declararos mi opinión.

7 Yo decía: Los días hablarán,

Y la muchedumbre de años declarará sabiduría.

8 Ciertamente espíritu hay en el hombre,

Y el soplo del Omnipotente le hace que entienda.

9 No son los sabios los de mucha edad,

Ni los ancianos entienden el derecho.

10 Por tanto, yo dije: Escuchadme;

Declararé yo también mi sabiduría.

11 He aquí yo he esperado a vuestras razones,

He escuchado vuestros argumentos,

En tanto que buscabais palabras.

12 Os he prestado atención,

Y he aquí que no hay de vosotros quien redarguya a Job,

Y responda a sus razones.

13 Para que no digáis: Nosotros hemos hallado sabiduría;

Lo vence Dios, no el hombre.

14 Ahora bien, Job no dirigió contra mí sus palabras,

Ni yo le responderé con vuestras razones.

15 Se espantaron, no respondieron más;

Se les fueron los razonamientos.

16 Yo, pues, he esperado, pero no hablaban;

Más bien callaron y no respondieron más.

17 Por eso yo también responderé mi parte;

También yo declararé mi juicio.

18 Porque lleno estoy de palabras,

Y me apremia el espíritu dentro de mí.

19 De cierto mi corazón está como el vino que no tiene respiradero,

Y se rompe como odres nuevos.

20 Hablaré, pues, y respiraré;

Abriré mis labios, y responderé.

21 No haré ahora acepción de personas,

Ni usaré con nadie de títulos lisonjeros.

22 Porque no sé hablar lisonjas;

De otra manera, en breve mi Hacedor me consumiría.

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Job 33

Eliú censura a Job

1 Por tanto, Job, oye ahora mis razones,

Y escucha todas mis palabras.

2 He aquí yo abriré ahora mi boca,

Y mi lengua hablará en mi garganta.

3 Mis razones declararán la rectitud de mi corazón,

Y lo que saben mis labios, lo hablarán con sinceridad.

4 El espíritu de Dios me hizo,

Y el soplo del Omnipotente me dio vida.

5 Respóndeme si puedes;

Ordena tus palabras, ponte en pie.

6 Heme aquí a mí en lugar de Dios, conforme a tu dicho;

De barro fui yo también formado.

7 He aquí, mi terror no te espantará,

Ni mi mano se agravará sobre ti.

8 De cierto tú dijiste a oídos míos,

Y yo oí la voz de tus palabras que decían:

9 Yo soy limpio y sin defecto;

Soy inocente, y no hay maldad en mí.

10 He aquí que él buscó reproches contra mí,

Y me tiene por su enemigo;

11 Puso mis pies en el cepo,

Y vigiló todas mis sendas.

12 He aquí, en esto no has hablado justamente;

Yo te responderé que mayor es Dios que el hombre.

13 ¿Por qué contiendes contra él?

Porque él no da cuenta de ninguna de sus razones.

14 Sin embargo, en una o en dos maneras habla Dios;

Pero el hombre no entiende.

15 Por sueño, en visión nocturna,

Cuando el sueño cae sobre los hombres,

Cuando se adormecen sobre el lecho,

16 Entonces revela al oído de los hombres,

Y les señala su consejo,

17 Para quitar al hombre de su obra,

Y apartar del varón la soberbia.

18 Detendrá su alma del sepulcro,

Y su vida de que perezca a espada.

19 También sobre su cama es castigado

Con dolor fuerte en todos sus huesos,

20 Que le hace que su vida aborrezca el pan,

Y su alma la comida suave.

21 Su carne desfallece, de manera que no se ve,

Y sus huesos, que antes no se veían, aparecen.

22 Su alma se acerca al sepulcro,

Y su vida a los que causan la muerte.

23 Si tuviese cerca de él

Algún elocuente mediador muy escogido,

Que anuncie al hombre su deber;

24 Que le diga que Dios tuvo de él misericordia,

Que lo libró de descender al sepulcro,

Que halló redención;

25 Su carne será más tierna que la del niño,

Volverá a los días de su juventud.

26 Orará a Dios, y este le amará,

Y verá su faz con júbilo;

Y restaurará al hombre su justicia.

27 Él mira sobre los hombres; y al que dijere:

Pequé, y pervertí lo recto,

Y no me ha aprovechado,

28 Dios redimirá su alma para que no pase al sepulcro,

Y su vida se verá en luz.

29 He aquí, todas estas cosas hace Dios

Dos y tres veces con el hombre,

30 Para apartar su alma del sepulcro,

Y para iluminarlo con la luz de los vivientes.

31 Escucha, Job, y óyeme;

Calla, y yo hablaré.

32 Si tienes razones, respóndeme;

Habla, porque yo te quiero justificar.

33 Y si no, óyeme tú a mí;

Calla, y te enseñaré sabiduría.

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Job 34

Eliú justifica a Dios

1 Además Eliú dijo:

2 Oíd, sabios, mis palabras;

Y vosotros, doctos, estadme atentos.

3 Porque el oído prueba las palabras,

Como el paladar gusta lo que uno come.

4 Escojamos para nosotros el juicio,

Conozcamos entre nosotros cuál sea lo bueno.

5 Porque Job ha dicho: Yo soy justo,

Y Dios me ha quitado mi derecho.

6 ¿He de mentir yo contra mi razón?

Dolorosa es mi herida sin haber hecho yo transgresión.

7 ¿Qué hombre hay como Job,

Que bebe el escarnio como agua,

8 Y va en compañía con los que hacen iniquidad,

Y anda con los hombres malos?

9 Porque ha dicho: De nada servirá al hombre

El conformar su voluntad a Dios.

10 Por tanto, varones de inteligencia, oídme:

Lejos esté de Dios la impiedad,

Y del Omnipotente la iniquidad.

11 Porque él pagará al hombre según su obra,

Y le retribuirá conforme a su camino.

12 Sí, por cierto, Dios no hará injusticia,

Y el Omnipotente no pervertirá el derecho.

13 ¿Quién visitó por él la tierra?

¿Y quién puso en orden todo el mundo?

14 Si él pusiese sobre el hombre su corazón,

Y recogiese así su espíritu y su aliento,

15 Toda carne perecería juntamente,

Y el hombre volvería al polvo.

16 Si, pues, hay en ti entendimiento, oye esto;

Escucha la voz de mis palabras.

17 ¿Gobernará el que aborrece juicio?

¿Y condenarás tú al que es tan justo?

18 ¿Se dirá al rey: Perverso;

Y a los príncipes: Impíos?

19 ¿Cuánto menos a aquel que no hace acepción de personas de príncipes.

Ni respeta más al rico que al pobre,

Porque todos son obra de sus manos?

20 En un momento morirán,

Y a medianoche se alborotarán los pueblos, y pasarán,

Y sin mano será quitado el poderoso.

21 Porque sus ojos están sobre los caminos del hombre,

Y ve todos sus pasos.

22 No hay tinieblas ni sombra de muerte

Donde se escondan los que hacen maldad.

23 No carga, pues, él al hombre más de lo justo,

Para que vaya con Dios a juicio.

24 Él quebrantará a los fuertes sin indagación,

Y hará estar a otros en su lugar.

25 Por tanto, él hará notorias las obras de ellos,

Cuando los trastorne en la noche, y sean quebrantados.

26 Como a malos los herirá

En lugar donde sean vistos;

27 Por cuanto así se apartaron de él,

Y no consideraron ninguno de sus caminos,

28 Haciendo venir delante de él el clamor del pobre,

Y que oiga el clamor de los necesitados.

29 Si él diere reposo, ¿quién inquietará?

Si escondiere el rostro, ¿quién lo mirará?

Esto sobre una nación, y lo mismo sobre un hombre;

30 Haciendo que no reine el hombre impío

Para vejaciones del pueblo.

31 De seguro conviene que se diga a Dios:

He llevado ya castigo, no ofenderé ya más;

32 Enséñame tú lo que yo no veo;

Si hice mal, no lo haré más.

33 ¿Ha de ser eso según tu parecer?

Él te retribuirá, ora rehúses, ora aceptes, y no yo;

Di, si no, lo que tú sabes.

34 Los hombres inteligentes dirán conmigo,

Y el hombre sabio que me oiga:

35 Que Job no habla con sabiduría,

Y que sus palabras no son con entendimiento.

36 Deseo yo que Job sea probado ampliamente,

A causa de sus respuestas semejantes a las de los hombres inicuos.

37 Porque a su pecado añadió rebeldía;

Bate palmas contra nosotros,

Y contra Dios multiplica sus palabras.

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Job

Job 35

1 Prosiguió Eliú en su razonamiento, y dijo:

2 ¿Piensas que es cosa recta lo que has dicho:

Más justo soy yo que Dios?

3 Porque dijiste: ¿Qué ventaja sacaré de ello?

¿O qué provecho tendré de no haber pecado?

4 Yo te responderé razones,

Y a tus compañeros contigo.

5 Mira a los cielos, y ve,

Y considera que las nubes son más altas que tú.

6 Si pecares, ¿qué habrás logrado contra él?

Y si tus rebeliones se multiplicaren, ¿qué le harás tú?

7 Si fueres justo, ¿qué le darás a él?

¿O qué recibirá de tu mano?

8 Al hombre como tú dañará tu impiedad,

Y al hijo de hombre aprovechará tu justicia.

9 A causa de la multitud de las violencias claman,

Y se lamentan por el poderío de los grandes.

10 Y ninguno dice: ¿Dónde está Dios mi Hacedor,

Que da cánticos en la noche,

11 Que nos enseña más que a las bestias de la tierra,

Y nos hace sabios más que a las aves del cielo?

12 Allí clamarán, y él no oirá,

Por la soberbia de los malos.

13 Ciertamente Dios no oirá la vanidad,

Ni la mirará el Omnipotente.

14 ¿Cuánto menos cuando dices que no haces caso de él?

La causa está delante de él; por tanto, aguárdale.

15 Mas ahora, porque en su ira no castiga,

Ni inquiere con rigor,

16 Por eso Job abre su boca vanamente,

Y multiplica palabras sin sabiduría.

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Job 36

Eliú exalta la grandeza de Dios

1 Añadió Eliú y dijo:

2 Espérame un poco, y te enseñaré;

Porque todavía tengo razones en defensa de Dios.

3 Tomaré mi saber desde lejos,

Y atribuiré justicia a mi Hacedor.

4 Porque de cierto no son mentira mis palabras;

Contigo está el que es íntegro en sus conceptos.

5 He aquí que Dios es grande, pero no desestima a nadie;

Es poderoso en fuerza de sabiduría.

6 No otorgará vida al impío,

Pero a los afligidos dará su derecho.

7 No apartará de los justos sus ojos;

Antes bien con los reyes los pondrá en trono para siempre,

Y serán exaltados.

8 Y si estuvieren prendidos en grillos,

Y aprisionados en las cuerdas de aflicción,

9 Él les dará a conocer la obra de ellos,

Y que prevalecieron sus rebeliones.

10 Despierta además el oído de ellos para la corrección,

Y les dice que se conviertan de la iniquidad.

11 Si oyeren, y le sirvieren,

Acabarán sus días en bienestar,

Y sus años en dicha.

12 Pero si no oyeren, serán pasados a espada,

Y perecerán sin sabiduría.

13 Mas los hipócritas de corazón atesoran para sí la ira,

Y no clamarán cuando él los atare.

14 Fallecerá el alma de ellos en su juventud,

Y su vida entre los sodomitas.

15 Al pobre librará de su pobreza,

Y en la aflicción despertará su oído.

16 Asimismo te apartará de la boca de la angustia

A lugar espacioso, libre de todo apuro,

Y te preparará mesa llena de grosura.

17 Mas tú has llenado el juicio del impío,

En vez de sustentar el juicio y la justicia.

18 Por lo cual teme, no sea que en su ira te quite con golpe,

El cual no puedas apartar de ti con gran rescate.

19 ¿Hará él estima de tus riquezas, del oro,

O de todas las fuerzas del poder?

20 No anheles la noche,

En que los pueblos desaparecen de su lugar.

21 Guárdate, no te vuelvas a la iniquidad;

Pues esta escogiste más bien que la aflicción.

22 He aquí que Dios es excelso en su poder;

¿Qué enseñador semejante a él?

23 ¿Quién le ha prescrito su camino?

¿Y quién le dirá: Has hecho mal?

24 Acuérdate de engrandecer su obra,

La cual contemplan los hombres.

25 Los hombres todos la ven;

La mira el hombre de lejos.

26 He aquí, Dios es grande, y nosotros no le conocemos,

Ni se puede seguir la huella de sus años.

27 Él atrae las gotas de las aguas,

Al transformarse el vapor en lluvia,

28 La cual destilan las nubes,

Goteando en abundancia sobre los hombres.

29 ¿Quién podrá comprender la extensión de las nubes,

Y el sonido estrepitoso de su morada?

30 He aquí que sobre él extiende su luz,

Y cobija con ella las profundidades del mar.

31 Bien que por esos medios castiga a los pueblos,

A la multitud él da sustento.

32 Con las nubes encubre la luz,

Y le manda no brillar, interponiendo aquellas.

33 El trueno declara su indignación,

Y la tempestad proclama su ira contra la iniquidad.

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Job 37

1 Por eso también se estremece mi corazón,

Y salta de su lugar.

2 Oíd atentamente el estrépito de su voz,

Y el sonido que sale de su boca.

3 Debajo de todos los cielos lo dirige,

Y su luz hasta los fines de la tierra.

4 Después de ella brama el sonido,

Truena él con voz majestuosa;

Y aunque sea oída su voz, no los detiene.

5 Truena Dios maravillosamente con su voz;

Él hace grandes cosas, que nosotros no entendemos.

6 Porque a la nieve dice: Desciende a la tierra;

También a la llovizna, y a los aguaceros torrenciales.

7 Así hace retirarse a todo hombre,

Para que los hombres todos reconozcan su obra.

8 Las bestias entran en su escondrijo,

Y se están en sus moradas.

9 Del sur viene el torbellino,

Y el frío de los vientos del norte.

10 Por el soplo de Dios se da el hielo,

Y las anchas aguas se congelan.

11 Regando también llega a disipar la densa nube,

Y con su luz esparce la niebla.

12 Asimismo por sus designios se revuelven las nubes en derredor,

Para hacer sobre la faz del mundo,

En la tierra, lo que él les mande.

13 Unas veces por azote, otras por causa de su tierra,

Otras por misericordia las hará venir.

14 Escucha esto, Job;

Detente, y considera las maravillas de Dios.

15 ¿Sabes tú cómo Dios las pone en concierto,

Y hace resplandecer la luz de su nube?

16 ¿Has conocido tú las diferencias de las nubes,

Las maravillas del Perfecto en sabiduría?

17 ¿Por qué están calientes tus vestidos

Cuando él sosiega la tierra con el viento del sur?

18 ¿Extendiste tú con él los cielos,

Firmes como un espejo fundido?

19 Muéstranos qué le hemos de decir;

Porque nosotros no podemos ordenar las ideas a causa de las tinieblas.

20 ¿Será preciso contarle cuando yo hablare?

Por más que el hombre razone, quedará como abismado.

21 Mas ahora ya no se puede mirar la luz esplendente en los cielos,

Luego que pasa el viento y los limpia,

22 Viniendo de la parte del norte la dorada claridad.

En Dios hay una majestad terrible.

23 Él es Todopoderoso, al cual no alcanzamos, grande en poder;

Y en juicio y en multitud de justicia no afligirá.

24 Lo temerán por tanto los hombres;

Él no estima a ninguno que cree en su propio corazón ser sabio.

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Job 38

Jehová convence a Job de su ignorancia

1 Entonces respondió Jehová a Job desde un torbellino, y dijo:

2 ¿Quién es ese que oscurece el consejo

Con palabras sin sabiduría?

3 Ahora ciñe como varón tus lomos;

Yo te preguntaré, y tú me contestarás.

4 ¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?

Házmelo saber, si tienes inteligencia.

5 ¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes?

¿O quién extendió sobre ella cordel?

6 ¿Sobre qué están fundadas sus bases?

¿O quién puso su piedra angular,

7 Cuando alababan todas las estrellas del alba,

Y se regocijaban todos los hijos de Dios?

8 ¿Quién encerró con puertas el mar,

Cuando se derramaba saliéndose de su seno,

9 Cuando puse yo nubes por vestidura suya,

Y por su faja oscuridad,

10 Y establecí sobre él mi decreto,

Le puse puertas y cerrojo,

11 Y dije: Hasta aquí llegarás, y no pasarás adelante,

Y ahí parará el orgullo de tus olas?

12 ¿Has mandado tú a la mañana en tus días?

¿Has mostrado al alba su lugar,

13 Para que ocupe los fines de la tierra,

Y para que sean sacudidos de ella los impíos?

14 Ella muda luego de aspecto como barro bajo el sello,

Y viene a estar como con vestidura;

15 Mas la luz de los impíos es quitada de ellos,

Y el brazo enaltecido es quebrantado.

16 ¿Has entrado tú hasta las fuentes del mar,

Y has andado escudriñando el abismo?

17 ¿Te han sido descubiertas las puertas de la muerte,

Y has visto las puertas de la sombra de muerte?

18 ¿Has considerado tú hasta las anchuras de la tierra?

Declara si sabes todo esto.

19 ¿Por dónde va el camino a la habitación de la luz,

Y dónde está el lugar de las tinieblas,

20 Para que las lleves a sus límites,

Y entiendas las sendas de su casa?

21 ¡Tú lo sabes! Pues entonces ya habías nacido,

Y es grande el número de tus días.

22 ¿Has entrado tú en los tesoros de la nieve,

O has visto los tesoros del granizo,

23 Que tengo reservados para el tiempo de angustia,

Para el día de la guerra y de la batalla?

24 ¿Por qué camino se reparte la luz,

Y se esparce el viento solano sobre la tierra?

25 ¿Quién repartió conducto al turbión,

Y camino a los relámpagos y truenos,

26 Haciendo llover sobre la tierra deshabitada,

Sobre el desierto, donde no hay hombre,

27 Para saciar la tierra desierta e inculta,

Y para hacer brotar la tierna hierba?

28 ¿Tiene la lluvia padre?

¿O quién engendró las gotas del rocío?

29 ¿De qué vientre salió el hielo?

Y la escarcha del cielo, ¿quién la engendró?

30 Las aguas se endurecen a manera de piedra,

Y se congela la faz del abismo.

31 ¿Podrás tú atar los lazos de las Pléyades,

O desatarás las ligaduras de Orión?

32 ¿Sacarás tú a su tiempo las constelaciones de los cielos,

O guiarás a la Osa Mayor con sus hijos?

33 ¿Supiste tú las ordenanzas de los cielos?

¿Dispondrás tú de su potestad en la tierra?

34 ¿Alzarás tú a las nubes tu voz,

Para que te cubra muchedumbre de aguas?

35 ¿Enviarás tú los relámpagos, para que ellos vayan?

¿Y te dirán ellos: Henos aquí?

36 ¿Quién puso la sabiduría en el corazón?

¿O quién dio al espíritu inteligencia?

37 ¿Quién puso por cuenta los cielos con sabiduría?

Y los odres de los cielos, ¿quién los hace inclinar,

38 Cuando el polvo se ha convertido en dureza,

Y los terrones se han pegado unos con otros?

39 ¿Cazarás tú la presa para el león?

¿Saciarás el hambre de los leoncillos,

40 Cuando están echados en las cuevas,

O se están en sus guaridas para acechar?

41 ¿Quién prepara al cuervo su alimento,

Cuando sus polluelos claman a Dios,

Y andan errantes por falta de comida?

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Job 39

1 ¿Sabes tú el tiempo en que paren las cabras monteses?

¿O miraste tú las ciervas cuando están pariendo?

2 ¿Contaste tú los meses de su preñez,

Y sabes el tiempo cuando han de parir?

3 Se encorvan, hacen salir sus hijos,

Pasan sus dolores.

4 Sus hijos se fortalecen, crecen con el pasto;

Salen, y no vuelven a ellas.

5 ¿Quién echó libre al asno montés,

Y quién soltó sus ataduras?

6 Al cual yo puse casa en la soledad,

Y sus moradas en lugares estériles.

7 Se burla de la multitud de la ciudad;

No oye las voces del arriero.

8 Lo oculto de los montes es su pasto,

Y anda buscando toda cosa verde.

9 ¿Querrá el búfalo servirte a ti,

O quedar en tu pesebre?

10 ¿Atarás tú al búfalo con coyunda para el surco?

¿Labrará los valles en pos de ti?

11 ¿Confiarás tú en él, por ser grande su fuerza,

Y le fiarás tu labor?

12 ¿Fiarás de él para que recoja tu semilla,

Y la junte en tu era?

13 ¿Diste tú hermosas alas al pavo real,

O alas y plumas al avestruz?

14 El cual desampara en la tierra sus huevos,

Y sobre el polvo los calienta,

15 Y olvida que el pie los puede pisar,

Y que puede quebrarlos la bestia del campo.

16 Se endurece para con sus hijos, como si no fuesen suyos,

No temiendo que su trabajo haya sido en vano;

17 Porque le privó Dios de sabiduría,

Y no le dio inteligencia.

18 Luego que se levanta en alto,

Se burla del caballo y de su jinete.

19 ¿Diste tú al caballo la fuerza?

¿Vestiste tú su cuello de crines ondulantes?

20 ¿Le intimidarás tú como a langosta?

El resoplido de su nariz es formidable.

21 Escarba la tierra, se alegra en su fuerza,

Sale al encuentro de las armas;

22 Hace burla del espanto, y no teme,

Ni vuelve el rostro delante de la espada.

23 Contra él suenan la aljaba,

El hierro de la lanza y de la jabalina;

24 Y él con ímpetu y furor escarba la tierra,

Sin importarle el sonido de la trompeta;

25 Antes como que dice entre los clarines: ¡Ea!

Y desde lejos huele la batalla,

El grito de los capitanes, y el vocerío.

26 ¿Vuela el gavilán por tu sabiduría,

Y extiende hacia el sur sus alas?

27 ¿Se remonta el águila por tu mandamiento,

Y pone en alto su nido?

28 Ella habita y mora en la peña,

En la cumbre del peñasco y de la roca.

29 Desde allí acecha la presa;

Sus ojos observan de muy lejos.

30 Sus polluelos chupan la sangre;

Y donde hubiere cadáveres, allí está ella.

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