LEVÍTICO
INTRODUCCIÓN
El título
La
Septuaginta
llamó
Levítico
(Lv) al tercer libro de la Biblia, posiblemente para indicar que se trata de un texto destinado de modo particular a los levitas. Estos estaban encargados de ejercer el ministerio sacerdotal y de atender a los múltiples detalles del culto tributado a Dios por los israelitas. La Biblia hebrea, conforme a la norma observada en todo el Pentateuco, nombra el libro por su primera palabra,
Wayiqrá
, que significa «y llamó».
Los levitas
En el reparto de Canaán, los levitas (es decir, los miembros de la tribu de Leví) recibieron, en lugar de territorio, cuarenta y ocho «ciudades donde habitar» (
Nm. 35.2-8
Jos. 21.1-42
1 Cr. 6.54-81
), repartidas entre las tierras asignadas al resto de las tribus. Ellos, en cambio, habían sido separados por Dios para servirlo, para que cuidaran de las cosas sagradas y celebraran los oficios religiosos. esta es la función específica asignada a los levitas, sobre todo después que el culto y cuanto con él se relacionaba quedó centralizado en el templo de Jerusalén.
Contenido del libro
En su mayor parte, el
Levítico
está formado por un conjunto de prescripciones extremadamente minuciosas, tendientes a hacer del ceremonial cúltico, como expresión de la fe en Dios, el eje alrededor del cual debía girar la totalidad de la vida del pueblo.
Este libro ritualista, lleno de instrucciones sobre el culto y disposiciones de carácter legal, encierra un mensaje de alto valor religioso, en el que la santidad aparece como el principio teológico predominante. Jehová, el Dios de Israel, el Dios santo, requiere del pueblo escogido como suyo que igualmente sea santo: «Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios» (
19.2
). En consecuencia, todas las normas y prescripciones del
Levítico
están ordenadas al fin último de establecer sobre la tierra una nación diferente de las demás, apartada para su Dios, consagrada enteramente al servicio de su Señor. Por eso, todas las fórmulas legales y todos los elementos simbólicos del culto –vestiduras, ornamentos, ofrendas y sacrificios– tienen una doble vertiente: por un lado, alabar y rendir el debido homenaje al Dios eterno, creador y señor de todas las cosas; por otro, hacer que Israel entienda el significado de la santidad y disponga de instrumentos jurídicos, morales y religiosos para ser el pueblo santo que Dios quiere que sea.
División del libro
El libro puede dividirse en varias secciones. La primera de ellas (caps. 1—7) está dedicada por entero a reglamentar la presentación de las ofrendas y sacrificios ofrecidos como demostración de gratitud al Señor o como signo de arrepentimiento y expiación de algún pecado cometido.
La segunda sección (caps. 8—10) describe el ritual seguido por Moisés para consagrar sacerdotes a Aarón y sus hijos. Consiste en un conjunto de ceremonias oficiadas por Moisés conforme a las instrucciones recibidas de Jehová (cf.
Ex. 29.1-37
). Estos ritos de consagración, que incluían sacrificios de animales y el uso de vestiduras especiales, fueron el paso inicial para instaurar el sacerdocio aarónico-levítico, institución que fundamenta la unidad corporativa del antiguo Israel. El cap. 10 relata la muerte de dos hijos de Aarón a causa de un pecado de carácter ritual.
Los caps. 11—16 forman la tercera sección del libro, dedicada a definir los términos de la pureza y la impureza ritual. También fija las normas a las que, para recuperar la pureza legal, había de someterse todo aquel –o todo aquello– que hubiera incurrido en algún tipo de impureza. Esta sección se cierra con la descripción de los ritos propios del gran
día de la expiación
(en hebreo,
Yom kippur
), que todo el pueblo debe celebrar el día 10 del séptimo mes de cada año.
La cuarta sección (caps. 17—25) se ocupa de la llamada
ley de santidad,
enunciada de forma sintética en 19.2. Aquí nos hallamos en pleno corazón del
Levítico
, donde, junto a algunas instrucciones relativas al culto, se señalan las normas que Israel –sacerdotes y pueblo– está obligado a observar para que la vida de cada uno en particular y de la comunidad en general permanezca regida por los principios de la santidad, la justicia y el amor fraternal.
Los dos últimos capítulos incluyen, respectivamente, una serie de bendiciones y maldiciones, que corresponden a sendas actitudes de obediencia o desobediencia a Dios (
26
), y una relación de personas, animales y cosas que le están consagradas (
27
).
Esquema del contenido:
1. Ofrendas y sacrificios
(1.1—7.38)
2. Consagración del sacerdote
(8.1—10.20)
3. Leyes sobre la pureza y la impureza legal
(11.1—16.34)
4. La «ley de santidad»
(17.1—25.55)
5. Bendiciones y maldiciones
(26.1-46)
6. Sobre lo consagrado a Dios
(27.1-34)