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Proverbios PROVERBIOS

PROVERBIOS

INTRODUCCIÓN

El libro

El libro de los

Proverbios

(Pr) pertenece al grupo de los denominados genéricamente «poéticos y sapienciales». (Véase

Introducción a los Libros Poéticos y Sapienciales

.) Consta de una serie de colecciones que, en forma de máximas, refranes, dichos y poemas, transmiten la antigua herencia de la sabiduría de Israel. El contenido, en su conjunto, está encabezado por el título «Los proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel» (

1.1

), razón por la cual la obra completa se ha atribuido a menudo a aquel monarca, célebre por su sabiduría y autor de tres mil proverbios y mil cinco cantares (

1 R. 4.29-34

).

En efecto, una lectura atenta del libro pone pronto de relieve la complejidad de su composición, que es mayor de lo que pudiera apreciarse a primera vista. Aparte de Salomón, se cita como autores o recopiladores de dichos y sentencias a Agur hijo de Jaqué (

30.1

) y al rey Lemuel (

31.1

), ambos, según se cree, oriundos de la tribu Massa, descendientes de Ismael (

Gn. 25.14

). En tres ocasiones se especifica que Salomón es autor de los proverbios que siguen (

1.1

10.1

25.1

); en otras dos se atribuyen a «los sabios» (

22.17

24.23

), y en una se menciona la colaboración de los copistas al servicio de Ezequías, rey de Judá (

25.1

).

Los proverbios y la sabiduría popular

La historia de todos los pueblos está plagada de hechos y acontecimientos en los que siempre el ser humano ha tratado de comprender las claves de su propia realidad y su relación con el mundo que lo rodea, y de adoptar los comportamientos idóneos para todo momento y circunstancia de su existencia. La infinita variedad de fenómenos conocidos y la observación de muchos de ellos, repetidos de manera regular y cíclica, ha permitido enriquecer la experiencia de cada generación y deducir las actitudes que mejor convienen al desarrollo de la vida y la cultura de la humanidad.

La más genuina sabiduría popular se basa en esa experiencia, acumulada y transmitida de padres a hijos, frecuentemente en forma de máximas sencillas que, por lo general, son como lecciones morales brevísimas y fáciles de retener en la memoria. La validez de algunas de ellas queda a veces ceñida a un grupo humano de determinadas características de raza, nación, religión, idioma o costumbres; pero también las hay que pasan de un pueblo a otro y de una a otra época. Se trata, en este segundo caso, de pensamientos de valor universal que pueden integrarse de inmediato en culturas ajenas a la de origen. Así sucede en buena medida en

Proverbios

, donde, por otra parte, también se aprecian reflejos de sabiduría popular no israelita: mesopotámica, egipcia y de otros pueblos del antiguo Oriente medio; por ejemplo, las dos colecciones de refranes atribuidas respectivamente a Agur y a Lemuel (

30.1-33

31.1-9

), o el paralelismo existente entre Pr. 22.17—23.12 y un famoso texto del escriba egipcio Amenemope, de alrededor del año 1000 a.C.

Un proverbio de contenido sapiencial se llama

mashal

en hebreo, palabra emparentada con una raíz que, junto a otros significados, incluye el de «dominar» o «regir». Esta idea tipifica al auténtico

mashal

como una expresión persuasiva y estimulante, cualquiera que sea la forma en que se presente: como

proverbio

o

refrán

propiamente dicho, como

máxima

moral o como

sentencia

que sopesa y compara diversas conductas y actitudes adoptadas frente a la vida. En ocasiones,

mashal

significa también

parábola, alegoría, fábula

e incluso

acertijo.

La sabiduría en el libro de los Proverbios

La sabiduría de

Proverbios

se centra sobre todo en los ámbitos de la vida no regulados por ordenanzas cúlticas ni mandamientos expresos del Señor. Por esta razón, la mayor parte del libro no se refiere a temas propiamente religiosos. Se refiere, más bien, a los que son específicos de la existencia humana, ya sea en su dimensión personal (el individuo) o colectiva (la familia y la sociedad en general): la educación (

13.24

), la familia (

12.4

19.14

21.9

31.10-31

), el adulterio (

6.24

23.27

), la relación entre padres e hijos (

10.1

28.24

30.17

), la relación entre el rey y sus súbditos (

14.35

22.29

25.6

16.12

), y la honradez en los negocios (

11.1

20.10

23

). En algunos textos se plantean cuestiones generales de moral (

12.17

15.21

), y en otros se proponen reglas de urbanidad y conducta social (

23.1-3

25.17

27.1

). En todos estos casos, lo evidente es que

Proverbios

considera la sabiduría como un principio esencialmente práctico, fundamentado en la observación, la experiencia y el sentido común, y orientado hacia los múltiples aspectos de la actividad humana.

Sin embargo, no sería correcto olvidar que la religión de Israel también marcó con su propio sello esa misma sabiduría que se adquiere por medio de la experiencia. Prueba de ello es la afirmación que abre la primera de las colecciones de proverbios: «El principio de la sabiduría es el temor de Jehová» (

1.7

9.10

Job 28.28

Sal. 111.10

); lo cual significa que la única verdadera sabiduría es la que entraña una forma de vida basada en la obediencia a Dios y manifestada en el amor a la bondad y a la justicia (

9.10

31.8-9

17.15

23

18.5

). Y en el poema en el que se elogia a la mujer virtuosa, con el que también se cierra el libro (

31.10-31

), vuelve a hacerse mención del temor de Jehová (v. 30).

En

Proverbios

, la mente de los sabios de Israel aparece como subyugada por la doctrina de la

retribución

, es decir, del premio o el castigo que merece la actuación humana, según sea buena o mala. Esta idea, que se presenta a menudo, se enuncia de modo terminante en

11.31

: El justo será recompensado en la tierra; y otro tanto sucederá con el impío y el pecador (

3.31-35

12.7

14

17.5

24.12

28.20

). Pero como la experiencia demuestra que la felicidad no siempre es en esta vida corona de la virtud, ni la desgracia lo es de la maldad (

Sal. 73.1-12

Jer. 12.1-2

), llegó un momento en que el pensamiento de la retribución, habiendo entrado en crisis, dio paso a la gozosa enseñanza del amor y el perdón de Dios, ya recogida en libros como

Job

y

Eclesiastés

.

Esquema del contenido:

1. Introducción

(1.1-7)

2. Primera colección: «Poemas»

(1.8—9.18)

3. Segunda colección: «Proverbios de Salomón»

(10.1—22.16)

4. Tercera colección: «Palabras de los sabios»

(22.17—24.22)

5. Cuarta colección: «Dichos de los sabios»

(24.23-34)

6. Quinta colección: «Proverbios de Salomón»

(25.1—29.27)

7. Sexta colección: «Palabras de Agur»

(30.1-33)

8. Séptima colección: «Palabras del rey Lemuel»

(31.1-9)

9. Apéndice: «Elogio de la mujer virtuosa»

(31.10-31)

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Proverbios 1

Motivo de los proverbios

1 Los proverbios de Salomón,hijo de David, rey de Israel.

2 Para entender sabiduría y doctrina,

Para conocer razones prudentes,

3 Para recibir el consejo de prudencia,

Justicia, juicio y equidad;

4 Para dar sagacidad a los simples,

Y a los jóvenes inteligencia y cordura.

5 Oirá el sabio, y aumentará el saber,

Y el entendido adquirirá consejo,

6 Para entender proverbio y declaración,

Palabras de sabios, y sus dichos profundos.

7 El principio de la sabiduría es el temor de Jehová;

Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.

Amonestaciones de la Sabiduría

8 Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre,

Y no desprecies la dirección de tu madre;

9 Porque adorno de gracia serán a tu cabeza,

Y collares a tu cuello.

10 Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar,

No consientas.

11 Si dijeren: Ven con nosotros;

Pongamos asechanzas para derramar sangre,

Acechemos sin motivo al inocente;

12 Los tragaremos vivos como el Seol,

Y enteros, como los que caen en un abismo;

13 Hallaremos riquezas de toda clase,

Llenaremos nuestras casas de despojos;

14 Echa tu suerte entre nosotros;

Tengamos todos una bolsa.

15 Hijo mío, no andes en camino con ellos.

Aparta tu pie de sus veredas,

16 Porque sus pies corren hacia el mal,

Y van presurosos a derramar sangre.

17 Porque en vano se tenderá la red

Ante los ojos de toda ave;

18 Pero ellos a su propia sangre ponen asechanzas,

Y a sus almas tienden lazo.

19 Tales son las sendas de todo el que es dado a la codicia,

La cual quita la vida de sus poseedores.

20 La sabiduría clama en las calles,

Alza su voz en las plazas;

21 Clama en los principales lugares de reunión;

En las entradas de las puertas de la ciudad dice sus razones.

22 ¿Hasta cuándo, oh simples, amaréis la simpleza,

Y los burladores desearán el burlar,

Y los insensatos aborrecerán la ciencia?

23 Volveos a mi reprensión;

He aquí yo derramaré mi espíritu sobre vosotros,

Y os haré saber mis palabras.

24 Por cuanto llamé, y no quisisteis oír,

Extendí mi mano, y no hubo quien atendiese,

25 Sino que desechasteis todo consejo mío

Y mi reprensión no quisisteis,

26 También yo me reiré en vuestra calamidad,

Y me burlaré cuando os viniere lo que teméis;

27 Cuando viniere como una destrucción lo que teméis,

Y vuestra calamidad llegare como un torbellino;

Cuando sobre vosotros viniere tribulación y angustia.

28 Entonces me llamarán, y no responderé;

Me buscarán de mañana, y no me hallarán.

29 Por cuanto aborrecieron la sabiduría,

Y no escogieron el temor de Jehová,

30 Ni quisieron mi consejo,

Y menospreciaron toda reprensión mía,

31 Comerán del fruto de su camino,

Y serán hastiados de sus propios consejos.

32 Porque el desvío de los ignorantes los matará,

Y la prosperidad de los necios los echará a perder;

33 Mas el que me oyere, habitará confiadamente

Y vivirá tranquilo, sin temor del mal.

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Proverbios 2

Excelencias de la sabiduría

1 Hijo mío, si recibieres mis palabras,

Y mis mandamientos guardares dentro de ti,

2 Haciendo estar atento tu oído a la sabiduría;

Si inclinares tu corazón a la prudencia,

3 Si clamares a la inteligencia,

Y a la prudencia dieres tu voz;

4 Si como a la plata la buscares,

Y la escudriñares como a tesoros,

5 Entonces entenderás el temor de Jehová,

Y hallarás el conocimiento de Dios.

6 Porque Jehová da la sabiduría,

Y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia.

7 Él provee de sana sabiduría a los rectos;

Es escudo a los que caminan rectamente.

8 Es el que guarda las veredas del juicio,

Y preserva el camino de sus santos.

9 Entonces entenderás justicia, juicio

Y equidad, y todo buen camino.

10 Cuando la sabiduría entrare en tu corazón,

Y la ciencia fuere grata a tu alma,

11 La discreción te guardará;

Te preservará la inteligencia,

12 Para librarte del mal camino,

De los hombres que hablan perversidades,

13 Que dejan los caminos derechos,

Para andar por sendas tenebrosas;

14 Que se alegran haciendo el mal,

Que se huelgan en las perversidades del vicio;

15 Cuyas veredas son torcidas,

Y torcidos sus caminos.

16 Serás librado de la mujer extraña,

De la ajena que halaga con sus palabras,

17 La cual abandona al compañero de su juventud,

Y se olvida del pacto de su Dios.

18 Por lo cual su casa está inclinada a la muerte,

Y sus veredas hacia los muertos;

19 Todos los que a ella se lleguen, no volverán,

Ni seguirán otra vez los senderos de la vida.

20 Así andarás por el camino de los buenos,

Y seguirás las veredas de los justos;

21 Porque los rectos habitarán la tierra,

Y los perfectos permanecerán en ella,

22 Mas los impíos serán cortados de la tierra,

Y los prevaricadores serán de ella desarraigados.

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Proverbios 3

Exhortación a la obediencia

1 Hijo mío, no te olvides de mi ley,

Y tu corazón guarde mis mandamientos;

2 Porque largura de días y años de vida

Y paz te aumentarán.

3 Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad;

Átalas a tu cuello,

Escríbelas en la tabla de tu corazón;

4 Y hallarás gracia y buena opinión

Ante los ojos de Dios y de los hombres.

5 Fíate de Jehová de todo tu corazón,

Y no te apoyes en tu propia prudencia.

6 Reconócelo en todos tus caminos,

Y él enderezará tus veredas.

7 No seas sabio en tu propia opinión;

Teme a Jehová, y apártate del mal;

8 Porque será medicina a tu cuerpo,

Y refrigerio para tus huesos.

9 Honra a Jehová con tus bienes,

Y con las primicias de todos tus frutos;

10 Y serán llenos tus graneros con abundancia,

Y tus lagares rebosarán de mosto.

11 No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová,

Ni te fatigues de su corrección;

12 Porque Jehová al que ama castiga,

Como el padre al hijo a quien quiere.

13 Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría,

Y que obtiene la inteligencia;

14 Porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata,

Y sus frutos más que el oro fino.

15 Más preciosa es que las piedras preciosas;

Y todo lo que puedes desear, no se puede comparar a ella.

16 Largura de días está en su mano derecha;

En su izquierda, riquezas y honra.

17 Sus caminos son caminos deleitosos,

Y todas sus veredas paz.

18 Ella es árbol de vida a los que de ella echan mano,

Y bienaventurados son los que la retienen.

19 Jehová con sabiduría fundó la tierra;

Afirmó los cielos con inteligencia.

20 Con su ciencia los abismos fueron divididos,

Y destilan rocío los cielos.

21 Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos;

Guarda la ley y el consejo,

22 Y serán vida a tu alma,

Y gracia a tu cuello.

23 Entonces andarás por tu camino confiadamente,

Y tu pie no tropezará.

24 Cuando te acuestes, no tendrás temor,

Sino que te acostarás, y tu sueño será grato.

25 No tendrás temor de pavor repentino,

Ni de la ruina de los impíos cuando viniere,

26 Porque Jehová será tu confianza,

Y él preservará tu pie de quedar preso.

27 No te niegues a hacer el bien a quien es debido,

Cuando tuvieres poder para hacerlo.

28 No digas a tu prójimo: Anda, y vuelve,

Y mañana te daré,

Cuando tienes contigo qué darle.

29 No intentes mal contra tu prójimo

Que habita confiado junto a ti.

30 No tengas pleito con nadie sin razón,

Si no te han hecho agravio.

31 No envidies al hombre injusto,

Ni escojas ninguno de sus caminos.

32 Porque Jehová abomina al perverso;

Mas su comunión íntima es con los justos.

33 La maldición de Jehová está en la casa del impío,

Pero bendecirá la morada de los justos.

34 Ciertamente él escarnecerá a los escarnecedores,

Y a los humildes dará gracia.

35 Los sabios heredarán honra,

Mas los necios llevarán ignominia.

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Proverbios 4

Beneficios de la sabiduría

1 Oíd, hijos, la enseñanza de un padre,

Y estad atentos, para que conozcáis cordura.

2 Porque os doy buena enseñanza;

No desamparéis mi ley.

3 Porque yo también fui hijo de mi padre,

Delicado y único delante de mi madre.

4 Y él me enseñaba, y me decía:

Retenga tu corazón mis razones,

Guarda mis mandamientos, y vivirás.

5 Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia;

No te olvides ni te apartes de las razones de mi boca;

6 No la dejes, y ella te guardará;

Ámala, y te conservará.

7 Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría;

Y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia.

8 Engrandécela, y ella te engrandecerá;

Ella te honrará, cuando tú la hayas abrazado.

9 Adorno de gracia dará a tu cabeza;

Corona de hermosura te entregará.

10 Oye, hijo mío, y recibe mis razones,

Y se te multiplicarán años de vida.

11 Por el camino de la sabiduría te he encaminado,

Y por veredas derechas te he hecho andar.

12 Cuando anduvieres, no se estrecharán tus pasos,

Y si corrieres, no tropezarás.

13 Retén el consejo, no lo dejes;

Guárdalo, porque eso es tu vida.

14 No entres por la vereda de los impíos,

Ni vayas por el camino de los malos.

15 Déjala, no pases por ella;

Apártate de ella, pasa.

16 Porque no duermen ellos si no han hecho mal,

Y pierden el sueño si no han hecho caer a alguno.

17 Porque comen pan de maldad, y beben vino de robos;

18 Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora,

Que va en aumento hasta que el día es perfecto.

19 El camino de los impíos es como la oscuridad;

No saben en qué tropiezan.

20 Hijo mío, está atento a mis palabras;

Inclina tu oído a mis razones.

21 No se aparten de tus ojos;

Guárdalas en medio de tu corazón;

22 Porque son vida a los que las hallan,

Y medicina a todo su cuerpo.

23 Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón;

Porque de él mana la vida.

24 Aparta de ti la perversidad de la boca,

Y aleja de ti la iniquidad de los labios.

25 Tus ojos miren lo recto,

Y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante.

26 Examina la senda de tus pies,

Y todos tus caminos sean rectos.

27 No te desvíes a la derecha ni a la izquierda;

Aparta tu pie del mal.

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Proverbios 5

Amonestación contra la impureza

1 Hijo mío, está atento a mi sabiduría,

Y a mi inteligencia inclina tu oído,

2 Para que guardes consejo,

Y tus labios conserven la ciencia.

3 Porque los labios de la mujer extraña destilan miel,

Y su paladar es más blando que el aceite;

4 Mas su fin es amargo como el ajenjo,

Agudo como espada de dos filos.

5 Sus pies descienden a la muerte;

Sus pasos conducen al Seol.

6 Sus caminos son inestables; no los conocerás,

Si no considerares el camino de vida.

7 Ahora pues, hijos, oídme,

Y no os apartéis de las razones de mi boca.

8 Aleja de ella tu camino,

Y no te acerques a la puerta de su casa;

9 Para que no des a los extraños tu honor,

Y tus años al cruel;

10 No sea que extraños se sacien de tu fuerza,

Y tus trabajos estén en casa del extraño;

11 Y gimas al final,

Cuando se consuma tu carne y tu cuerpo,

12 Y digas: ¡Cómo aborrecí el consejo,

Y mi corazón menospreció la reprensión;

13 No oí la voz de los que me instruían,

Y a los que me enseñaban no incliné mi oído!

14 Casi en todo mal he estado,

En medio de la sociedad y de la congregación.

15 Bebe el agua de tu misma cisterna,

Y los raudales de tu propio pozo.

16 ¿Se derramarán tus fuentes por las calles,

Y tus corrientes de aguas por las plazas?

17 Sean para ti solo,

Y no para los extraños contigo.

18 Sea bendito tu manantial,

Y alégrate con la mujer de tu juventud,

19 Como cierva amada y graciosa gacela.

Sus caricias te satisfagan en todo tiempo,

Y en su amor recréate siempre.

20 ¿Y por qué, hijo mío, andarás ciego con la mujer ajena,

Y abrazarás el seno de la extraña?

21 Porque los caminos del hombre están ante los ojos de Jehová,

Y él considera todas sus veredas.

22 Prenderán al impío sus propias iniquidades,

Y retenido será con las cuerdas de su pecado.

23 Él morirá por falta de corrección,

Y errará por lo inmenso de su locura.

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Proverbios 6

Amonestación contra la pereza y la falsedad

1 Hijo mío, si salieres fiador por tu amigo,

Si has empeñado tu palabra a un extraño,

2 Te has enlazado con las palabras de tu boca,

Y has quedado preso en los dichos de tus labios.

3 Haz esto ahora, hijo mío, y líbrate,

Ya que has caído en la mano de tu prójimo;

Ve, humíllate, y asegúrate de tu amigo.

4 No des sueño a tus ojos,

Ni a tus párpados adormecimiento;

5 Escápate como gacela de la mano del cazador,

Y como ave de la mano del que arma lazos.

6 Ve a la hormiga, oh perezoso,

Mira sus caminos, y sé sabio;

7 La cual no teniendo capitán,

Ni gobernador, ni señor,

8 Prepara en el verano su comida,

Y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento.

9 Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir?

¿Cuándo te levantarás de tu sueño?

10 Un poco de sueño, un poco de dormitar,

Y cruzar por un poco las manos para reposo;

11 Así vendrá tu necesidad como caminante,

Y tu pobreza como hombre armado.

12 El hombre malo, el hombre depravado,

Es el que anda en perversidad de boca;

13 Que guiña los ojos, que habla con los pies,

Que hace señas con los dedos.

14 Perversidades hay en su corazón; anda pensando el mal en todo tiempo;

Siembra las discordias.

15 Por tanto, su calamidad vendrá de repente;

Súbitamente será quebrantado, y no habrá remedio.

16 Seis cosas aborrece Jehová,

Y aun siete abomina su alma:

17 Los ojos altivos, la lengua mentirosa,

Las manos derramadoras de sangre inocente,

18 El corazón que maquina pensamientos inicuos,

Los pies presurosos para correr al mal,

19 El testigo falso que habla mentiras,

Y el que siembra discordia entre hermanos.

Amonestación contra el adulterio

20 Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre,

Y no dejes la enseñanza de tu madre;

21 Átalos siempre en tu corazón,

Enlázalos a tu cuello.

22 Te guiarán cuando andes; cuando duermas te guardarán;

Hablarán contigo cuando despiertes.

23 Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz,

Y camino de vida las reprensiones que te instruyen,

24 Para que te guarden de la mala mujer,

De la blandura de la lengua de la mujer extraña.

25 No codicies su hermosura en tu corazón,

Ni ella te prenda con sus ojos;

26 Porque a causa de la mujer ramera el hombre es reducido a un bocado de pan;

Y la mujer caza la preciosa alma del varón.

27 ¿Tomará el hombre fuego en su seno

Sin que sus vestidos ardan?

28 ¿Andará el hombre sobre brasas

Sin que sus pies se quemen?

29 Así es el que se llega a la mujer de su prójimo;

No quedará impune ninguno que la tocare.

30 No tienen en poco al ladrón si hurta

Para saciar su apetito cuando tiene hambre;

31 Pero si es sorprendido, pagará siete veces;

Entregará todo el haber de su casa.

32 Mas el que comete adulterio es falto de entendimiento;

Corrompe su alma el que tal hace.

33 Heridas y vergüenza hallará,

Y su afrenta nunca será borrada.

34 Porque los celos son el furor del hombre,

Y no perdonará en el día de la venganza.

35 No aceptará ningún rescate,

Ni querrá perdonar, aunque multipliques los dones.

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Proverbios 7

Las artimañas de la ramera

1 Hijo mío, guarda mis razones,

Y atesora contigo mis mandamientos.

2 Guarda mis mandamientos y vivirás,

Y mi ley como las niñas de tus ojos.

3 Lígalos a tus dedos;

Escríbelos en la tabla de tu corazón.

4 Di a la sabiduría: Tú eres mi hermana,

Y a la inteligencia llama parienta;

5 Para que te guarden de la mujer ajena,

Y de la extraña que ablanda sus palabras.

6 Porque mirando yo por la ventana de mi casa,

Por mi celosía,

7 Vi entre los simples,

Consideré entre los jóvenes,

A un joven falto de entendimiento,

8 El cual pasaba por la calle, junto a la esquina,

E iba camino a la casa de ella,

9 A la tarde del día, cuando ya oscurecía,

En la oscuridad y tinieblas de la noche.

10 Cuando he aquí, una mujer le sale al encuentro,

Con atavío de ramera y astuta de corazón.

11 Alborotadora y rencillosa,

Sus pies no pueden estar en casa;

12 Unas veces está en la calle, otras veces en las plazas,

Acechando por todas las esquinas.

13 Se asió de él, y le besó.

Con semblante descarado le dijo:

14 Sacrificios de paz había prometido,

Hoy he pagado mis votos;

15 Por tanto, he salido a encontrarte,

Buscando diligentemente tu rostro, y te he hallado.

16 He adornado mi cama con colchas

Recamadas con cordoncillo de Egipto;

17 He perfumado mi cámara

Con mirra, áloes y canela.

18 Ven, embriaguémonos de amores hasta la mañana;

Alegrémonos en amores.

19 Porque el marido no está en casa;

Se ha ido a un largo viaje.

20 La bolsa de dinero llevó en su mano;

El día señalado volverá a su casa.

21 Lo rindió con la suavidad de sus muchas palabras,

Le obligó con la zalamería de sus labios.

22 Al punto se marchó tras ella,

Como va el buey al degolladero,

Y como el necio a las prisiones para ser castigado;

23 Como el ave que se apresura a la red,

Y no sabe que es contra su vida,

Hasta que la saeta traspasa su corazón.

24 Ahora pues, hijos, oídme,

Y estad atentos a las razones de mi boca.

25 No se aparte tu corazón a sus caminos;

No yerres en sus veredas.

26 Porque a muchos ha hecho caer heridos,

Y aun los más fuertes han sido muertos por ella.

27 Camino al Seol es su casa,

Que conduce a las cámaras de la muerte.

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Proverbios

Proverbios 8

Excelencia y eternidad de la Sabiduría

1 ¿No clama la sabiduría,

Y da su voz la inteligencia?

2 En las alturas junto al camino,

A las encrucijadas de las veredas se para;

3 En el lugar de las puertas, a la entrada de la ciudad,

A la entrada de las puertas da voces:

4 Oh hombres, a vosotros clamo;

Dirijo mi voz a los hijos de los hombres.

5 Entended, oh simples, discreción;

Y vosotros, necios, entrad en cordura.

6 Oíd, porque hablaré cosas excelentes,

Y abriré mis labios para cosas rectas.

7 Porque mi boca hablará verdad,

Y la impiedad abominan mis labios.

8 Justas son todas las razones de mi boca;

No hay en ellas cosa perversa ni torcida.

9 Todas ellas son rectas al que entiende,

Y razonables a los que han hallado sabiduría.

10 Recibid mi enseñanza, y no plata;

Y ciencia antes que el oro escogido.

11 Porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas;

Y todo cuanto se puede desear, no es de compararse con ella.

12 Yo, la sabiduría, habito con la cordura,

Y hallo la ciencia de los consejos.

13 El temor de Jehová es aborrecer el mal;

La soberbia y la arrogancia, el mal camino,

Y la boca perversa, aborrezco.

14 Conmigo está el consejo y el buen juicio;

Yo soy la inteligencia; mío es el poder.

15 Por mí reinan los reyes,

Y los príncipes determinan justicia.

16 Por mí dominan los príncipes,

Y todos los gobernadores juzgan la tierra.

17 Yo amo a los que me aman,

Y me hallan los que temprano me buscan.

18 Las riquezas y la honra están conmigo;

Riquezas duraderas, y justicia.

19 Mejor es mi fruto que el oro, y que el oro refinado;

Y mi rédito mejor que la plata escogida.

20 Por vereda de justicia guiaré,

Por en medio de sendas de juicio,

21 Para hacer que los que me aman tengan su heredad,

Y que yo llene sus tesoros.

22 Jehová me poseía en el principio,

Ya de antiguo, antes de sus obras.

23 Eternamente tuve el principado, desde el principio,

Antes de la tierra.

24 Antes de los abismos fui engendrada;

Antes que fuesen las fuentes de las muchas aguas.

25 Antes que los montes fuesen formados,

Antes de los collados, ya había sido yo engendrada;

26 No había aún hecho la tierra, ni los campos,

Ni el principio del polvo del mundo.

27 Cuando formaba los cielos, allí estaba yo;

Cuando trazaba el círculo sobre la faz del abismo;

28 Cuando afirmaba los cielos arriba,

Cuando afirmaba las fuentes del abismo;

29 Cuando ponía al mar su estatuto,

Para que las aguas no traspasasen su mandamiento;

Cuando establecía los fundamentos de la tierra,

30 Con él estaba yo ordenándolo todo,

Y era su delicia de día en día,

Teniendo solaz delante de él en todo tiempo.

31 Me regocijo en la parte habitable de su tierra;

Y mis delicias son con los hijos de los hombres.

32 Ahora, pues, hijos, oídme,

Y bienaventurados los que guardan mis caminos.

33 Atended el consejo, y sed sabios,

Y no lo menospreciéis.

34 Bienaventurado el hombre que me escucha,

Velando a mis puertas cada día,

Aguardando a los postes de mis puertas.

35 Porque el que me halle, hallará la vida,

Y alcanzará el favor de Jehová.

36 Mas el que peca contra mí, defrauda su alma;

Todos los que me aborrecen aman la muerte.

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Proverbios

Proverbios 9

La Sabiduría y la mujer insensata

1 La sabiduría edificó su casa,

Labró sus siete columnas.

2 Mató sus víctimas, mezcló su vino,

Y puso su mesa.

3 Envió sus criadas;

Sobre lo más alto de la ciudad clamó.

4 Dice a cualquier simple: Ven acá.

A los faltos de cordura dice:

5 Venid, comed mi pan,

Y bebed del vino que yo he mezclado.

6 Dejad las simplezas, y vivid,

Y andad por el camino de la inteligencia.

7 El que corrige al escarnecedor, se acarrea afrenta;

El que reprende al impío, se atrae mancha.

8 No reprendas al escarnecedor, para que no te aborrezca;

Corrige al sabio, y te amará.

9 Da al sabio, y será más sabio;

Enseña al justo, y aumentará su saber.

10 El temor de Jehová es el principio de la sabiduría,

Y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia.

11 Porque por mí se aumentarán tus días,

Y años de vida se te añadirán.

12 Si fueres sabio, para ti lo serás;

Y si fueres escarnecedor, pagarás tú solo.

13 La mujer insensata es alborotadora;

Es simple e ignorante.

14 Se sienta en una silla a la puerta de su casa,

En los lugares altos de la ciudad,

15 Para llamar a los que pasan por el camino,

Que van por sus caminos derechos.

16 Dice a cualquier simple: Ven acá.

A los faltos de cordura dijo:

17 Las aguas hurtadas son dulces,

Y el pan comido en oculto es sabroso.

18 Y no saben que allí están los muertos;

Que sus convidados están en lo profundo del Seol.

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